¡Comprobado!, los rutas tenemos una nube negra rondando por nuestras cabezas, sí, como esa que lleva la Pantera Rosa que siempre le llueve encima, pero lo que pasa que a nosotros no es que sólo nos llueva, sino que también nos nieva, nos graniza, hace que nos perdamos, que nos metamos en una niebla infernal… de todas esas cosas malas que el temporal es capaz de ofrecer.
Y es que nuestros cinco días en el Campamento de Semana Santa han sido… mmmm, ¿cómo llamarlos? incomparables, peculiares, laaaaaaargos o simplemente inolvidables, porque nos han pasado cosas que nunca hubiéramos imaginado, ¿imaginado? ¡Qué se puede esperar de un clan como nosotros!
(¿Quieres saberlo? Pues sigue leyendo, si pinchas aquí también tienes nuestras fotos con la crónica de la aventura)
Nuestro campamento empezó el día 31 de Marzo muy pronto, pensando que estaría bien llegar un poco antes a las sucesivas estaciones donde cogeríamos los autobuses hasta llegar Otsagabia, aunque la cosa nos salió un poco al revés. Nuestro primer autobús salía a las 7 de la mañana de Burgos para Vitoria, llegamos a la estación casi a en punto con unos billetes que señalaban para el día 1 (recordamos era 31…), no tuvimos problema alguno (la suerte, por el momento, estaba de nuestro lado) y llegó a Vitoria cerca de las 9, corrimos para coger el siguiente autobús que salía en unos minutos a Pamplona, ¡lo conseguimos!, pero llegamos demasiado pronto a Pamplona, estuvimos como más de 5 horas haciendo tiempo por la ciudad, conociéndola un poco mas, hasta que ya cogimos nuestro siguiente bus a Otsagabia.
Un pueblo muy pequeño pero muy bonito. Allí dormimos en un camping y nos concienciamos para la marcha del día siguiente. LA MARCHA.
El día 1 nos levantamos pronto, rodeados de gotas del gran chaparrón que cayó durante toda la noche, tardamos más de la cuenta en prepararnos y así cuando llegamos a la Oficina de Turismo (de la cual nos había dicho que abría a las 9 y no era cierto… ya que abrió mas tarde…) no nos decepcionamos tanto.
Nosotros teníamos un dilema. La montaña que íbamos a subir tenia nieve en la cima (que claro, vista desde abajo, no era tanta nieve… pero todo engañaba…), y no sabíamos si se podía caminar por ahí sin encontrarte con algún peligro. Nos dijeron que no iba a pasar nada, que las marcas de la GR 11 – travesía transpirenaica (que era la ruta que nosotros iríamos siguiendo) estaban bien señalizadas y no había pérdida posible. Más tarde entenderíamos que lo que es perderse, de día y sin niebla ni ventisca no es posible.
En el momento en que salimos de la Oficina de Turismo, empezó de verdad nuestro viaje.
La primera montañita que subimos se llamaba Muskilda, y en la cima tenía una ermita donde hicimos una pequeña parada. De ahí seguimos las marcas indicadas y llegamos a la base de la montaña que desde el pueblecillo veíamos nevada, la parte dura. Empezamos nuestro ascenso hasta el pico Abodi, que era el punto más alto al que teníamos que llegar, desde allí cumbrearíamos toda una montaña extensa y llegaríamos a un pueblo llamado Villanueva de Aezkoa (donde se supone que teníamos un albergue reservado). Cuando llegamos al Abodi la cosa se puso difícil, se nos presentó ante nosotros una nieve que en los peores momentos nos cubría hasta las rodillas, la acompañó como buena amiga una niebla que nos impedía ver más allá de un metro a nuestra redonda, junto con una ventisca que nos congeló hasta los huesos… La parte más bonita de toda nuestra ruta y nos la perdimos casi por completo. Pudimos ver una parte del valle de Irati que estaba a nuestra derecha cuando la niebla se fue unos segundos (luego volvió, ¡claro!), con mucha dificultad pero sin ver apenas nada conseguimos seguir la línea de cumbre, y las marcas de la GR, para poder descender a la carretera. Ahí ya nos pudimos considerar a salvo, después de aquel infierno. Casualmente estaban por allí los padres de Sara que tuvieron que rescatarnos en coche, porque después de semejante esfuerzo ya no podíamos continuar… (gracias papas Goñi!!!).
Él nos llevó hasta Villanueva haciendo, algunos de nosotros, una escala en Ochagavía otra vez, cuando todos llegamos a la casa del pueblo (que no era la casa que teníamos reservada, puesto que esa, nos enteramos más tarde, estaba a unos cuantos Km. de Villanueva) ya tocaba relajarse un poco y calentarse, que estábamos bastante mojados y congelados.
Al día siguiente hicimos un paseito bastante tranquilo hasta Orbaizeta, y un poco más allá para ver unas ruinas de una antigua fábrica de armas, y así internarnos en el Valle de Irati. Fuimos ligeros de carga, comimos en ese mismo pueblo y luego volvimos a Villanueva para mirar bien los mapas de la ruta del día siguiente y pasar nuestra última noche allí.
Tuvimos parte de suerte, ya que Miguel tenía mal la rodilla y consiguió que el dueño de la casa le llevara al día siguiente a Burguete, el pueblo donde inicialmente íbamos a dormir, por lo que se llevó la mayor parte del peso en su mochila (la tienda, las bombonas, la carena, la cazuela…).
La otra parte del clan inició la segunda marcha gorda, pero está no fue tan dura de andar, fue dura porque el tiempo no nos acompañó. Como digo yo, nos metimos por la mitad del bosque de Alicia en el País de las Maravillas, ¡¡¡una pasada!!! Primero bajamos una rampa bastante dura (la cual nos alegramos de no tener que subirla…) y llegamos a un pueblecillo desde donde comenzaba la subida gorda. Y por mitad de la montaña nos fuimos, (siguiendo nuestra GR-11) una montaña con un montón de vegetación y con un pequeñín riachuelo que pasaba por nuestro camino. Más tarde llegamos a un bosque que verdaderamente daba un poco de miedo, tipo película de sustos, y allí es donde nos empezó a llover, de ahí… no paró hasta que casi llegamos a Roncesvalles.
Nos encontramos por el camino a otro amigo al que le hemos llamado Cala (le podíamos haber puesto Vera, que también quedaba bien), y por decirlo así… formaba parte de un caballo. =)
Cuando llegamos a Roncesvalles, donde, durante el camino pensamos que era mejor dormir, ya nos estaba esperando Miguel, al cual, ¡ya es mala suerte!, cuando salió de Burguete y durante los dos Km. que hay de allí a Roncesvalles le llovió, le jarreó…
Ya en Roncesvalles cogimos nuestra credencial y nos fuimos al albergue de peregrinos, donde nos acomodamos, nos duchamos (que nos hacía falta =P) y nos pusimos a hacer la cena, en el peor resguardo que escogimos, y granizando.
Dormimos placenteramente y al día siguiente nos llevó un taxi (puesto que no había autobuses) a Pamplona, donde la abuela de Sara nos acogió muy amablemente en su casa y pudimos hacer unas cosillas que teníamos que hacer como Clan. De allí a Burgos en tren.
Y así terminó nuestro desafío, una auténtica aventura que creo que ninguno de notros había vivido anteriormente, fue durilla, pero nos llevamos los mejores momentos y recuerdos que pudimos sacar de los días los cinco juntos, todo hay que decirlo, sacamos muchas anécdotas y a cada cosa que nos pasaba algo gracioso. Nos los pasamos muy bien.
Y sin más, el Clan Glymur XXII Dinastía Arbayún se despide hasta la próxima.